En la era digital en la que nos encontramos las empresas tienen como uno de sus activos más preciados los datos de sus clientes o posibles clientes por lo que protegerse frente a un ciberataque pasa a ser prioritario.

Los ataques a las empresas se han incrementado desde el crecimiento del comercio “online” y el desarrollo de las nuevas tecnologías, y frente a la creencia de que los ataques cibernéticos solo se centran en grandes empresas con grandes bases de datos la realidad lo desmiente ya que los ciberdelincuentes se aprovechan de la vulnerabilidad de las pequeñas y medianas empresas que no disponen de las medidas de protección adecuadas.

Los riesgos de la era digital nos deben hacer pensar que podemos sufrir un ciberataque que es cualquier amenaza que pueda afectar a la tecnología, así como al conjunto de datos contenidos en un sistema informático, pudiendo entrañar consecuencias negativas para cualquier empresa o individuo.

Aunque la necesidad de la ciberseguridad es un tema del que últimamente se ha hablado mucho para defender la empresa de los ciberataques y extorsiones, con la llegada del COVID 19 y el hecho de tener que realizar, por la cuarentena obligatoria, teletrabajo ha incrementado la necesidad de invertir y contratar seguros para paliar los efectos negativos que dicha actividad pudiera generar ya que los trabajadores han continuado sus trabajos desde casa sin las medidas de seguridad adecuadas, accediendo a plataformas y archivos laborales y dando a los cibercriminales una puerta de entrada muy jugosa.

Es un hecho constatado el incremento de los ataques de los hackers a las empresas que, como consecuencia de estos se encuentran ante situaciones en las que pueden, incluso, ver peligrar su continuidad.

Con el uso de las redes sociales la frecuencia de ataques personales se ha incrementado notablemente este año, dada la falta de concienciación ya que es un sector donde las personas se exponen demasiado y bajan la guardia pues se sienten dentro de una zona de confort.